lunes, 11 de enero de 2010

CARACTERÍSTICAS DE LA ARQUITECTURA ROMÁNICA

Se llama estilo románico en arquitectura al resultado de la combinación razonada y armónica de elementos constructivos y ornamentales de procedencia latina, oriental (bizantinos, sirios, persas y árabes) y septentrional (celtas, germánicos, normandos) que se formó en la Europa cristiana durante los primeros siglos de la baja Edad Media.


COMPONENTES DEL ESTILO


Entre los elementos arquitectónicos que destacan en el estilo Románico los más característicos del mismo son:


* el pilar compuesto y de núcleo prismático.
* el arco de medio punto.
* la cubierta de bóveda de medio cañón y de arista.
* la cúpula poligonal sobre trompas.
* los ábsides semicirculares en planta de cruz latina en las iglesias.


A continuación otros de los elementos arquitectónicos propios el estilo:


* contrafuertes muy desarrollados
* arcos doblados y arquivoltas
* capiteles decorados
* impostas, frisos decorativos
* escultura monumental aplicada a la arquitectura

PLANTA

 
 
La planta típica de una iglesia románica es la basilical latina con tres o cuatro naves y crucero de brazos salientes. En el testero o cabecera, que siempre mira a oriente, se hallan tres o cinco ábsides semicirculares de frente o formando corona, llevando cada uno de ellos tres ventanas en su muro. Y en los pies o entrada del templo se alza un pórtico o nártex flanqueado por dos torres cuadradas. Pero así como las iglesias rurales o menores sólo constan de una sencilla nave y un ábside sin crucero saliente y sin torres junto a la portada, así las mayores sobre todo, las de grandes monasterios o los santuarios visitados por numerosas peregrinaciones suelen ofrecer muy amplio el transepto y crucero, como también tienen prolongadas las naves laterales en torno a la capilla mayor constituyendo la girola o nave semicircular que da paso a diferentes capillas absidiales, abiertas en torno de ella a modo de corona. Algunas iglesias tienen los brazos del crucero convertidos en sendos ábsides que con el central forman una especie de gran trifolio. Las iglesias de templarios y de otras órdenes caballerescas afines se hallan, por lo común, sobre planta poligonal o circular y son de escasas dimensiones. Asimismo, existen pequeños oratorios de planta circular que fueron capillas funerarias o que estuvieron unidas a fortificaciones como oratorios militares y no faltan otras que siguiendo el estilo o inspiración bizantina se disponen a modo de cruz griega y de cuadrifolio.

BÓVEDAS ROMÁNICAS



La bóveda es un elemento constructivo semicilíndrico que soporta el peso de la cubierta, generalmente realizada en piedra. Podría decirse que se trata de una sucesión de arcos de medio punto.

La bóveda más utilizada en el románico es la llamada bóveda de cañón.

El uso de esta bóveda semicilíndrica resuelve un problema como el de evitar los incendios, pero añade otro para los constructores de templos y monasterios: el arco de medio punto, empleado en la construcción ejerce una gran presión o empuje sobre los muros, llegando a agrietarlos o derrumbarlos.

Para solucionar este problema recurrieron a diversos procedimientos, añadiendo a sus edificaciones:
  • Gruesos contrafuertes adosados al muro por el exterior.
  • Entre dos arcos de medio punto colocaron otros arcos intermedios, adosados a la bóveda, llamados arcos fajones.
Aristas transversales encontradas en un punto central. La bóveda se convierte en una sucesión de bóvedas de cañon que se intersectan. Por eso recibe el nombre de bóveda de arista.  




La bóveda de cañón o bóveda de medio cañón es la bóveda de sección semicircular, generada por la prolongación de un arco de medio punto a lo largo de un eje longitudinal. Sus paramentos presentan la forma de media superficie cilíndrica.

Como todas las estructuras basadas en el arco, el empuje se dirige hacia los muros que la sostienen, que deben soportar una gran presión, no sólo vertical, sino también lateral. Para contrarrestarla, se utilizan varios procedimientos. La primera solución consiste en aumentar el grosor y el peso de los muros: para ello, la bóveda de cañón se construye generalmente con arcos de refuerzo, denominados arcos fajones o torales, apoyados generalmente en pilares o pilastras, y reforzados al exterior con contrafuertes. Otra posibilidad es construir dos o más bóvedas de cañón en paralelo, de modo que se contrarresten sus respectivos empujes: a menudo se utilizó este método para la construcción de iglesias de varias naves; no obstante, los muros exteriores requieren igualmente de refuerzos. El tercer método para soportar la presión de la bóveda consiste en interseccionar, en ángulo recto, dos bóvedas de cañón, creando una bóveda de arista.
Aunque fue utilizada por los antiguos Egipcios y en Mesopotamia, conformadas con adobe, solo se construyó en piedra, de forma sistemática, a partir del Imperio romano. En el Románico fue el principal sistema para conformar cubiertas, reforzadas con arcos fajones. Fue empleada en monasterios, castillos, torres y otras estructuras. También se utilizó para abovedar sótanos, criptas, vestíbulos, claustros e incluso grandes salas.
Por extensión, todas las bóvedas generadas por un arco directriz, sea rebajado, carpanel, ojival, etc. se denominan, impropiamente, bóvedas de cañón corrido.





  Otra bóveda utilizada en el románico es la bóveda de cuarto de esfera,

es la formada por un cuarto de esfera. Su proyección horizontal es semicircular, por lo que es apropiada para cubrir ábsides o espacios similares. Muy utilizada en la arquitectura románica y antes, en la romana.
Frecuentemente es un elemento utilizado para la decoración interior (pintura).




EL MURO ROMÁNICO
 
La forma de edificar un muro en época románica es herencia directa de los geniales arquitectos que fueron los constructores romanos. El tipo de técnica empleada es lo que se denomina "muro compuesto" o "emplectum" y consta de tres capas: un núcleo formado por ripios consolidados con mortero de cal y sendos acabados exteriores.
La imagen inferior corresponde a la ruina del cilindro absidal de Medianeta en el Alto Gállego (Huesca). Resaltados en amarillo están los sillares de las capas exteriores del muro, entre las cuales se dispone el núcleo formado por mortero de cal y ripios.
MURO ARRUINADO DEL ÁBSIDE DE MEDIANETA (HUESCA)
Realmente lo que están haciendo estos constructores es fabricar un "encofrado", de forma semejante a como hoy se realiza; pero sustituyendo las planchas metálicas -que se retiran al consolidar la fábrica- por bloques de piedra tallada para que además de conformar un espacio interior donde fabricar el núcleo del muro, le aporten el acabado tanto al exterior como al interior.

CAPA EXTERIOR Y NÚCLEO DE UN MURO MEDIEVAL (MURALLA SANTO DOMINGO DE LA CALZADA)En las obras más antiguas, se emplean los sillarejos apenas desbastados, y en la etapa plena del románico, se utilizan bloques de piedra sillar bien escuadrados y ajustados en sus superficies vistas y de apoyo.
Hacia el interior del muro, la piedra no necesita ser tallada con cuidado. No se verá. Y su propia irregularidad en la profundidad de penetración en el núcleo aportará cohesión a ambas capas. Este es el fundamento de colocar sillarejos a tizón: al disponerlos de modo que su mayor longitud se hunda en el centro del muro, consolida y ata sus distintas fases.

EXPLOIO DE LOS SILLARES VISTOS EN JUNZANO (HUESCA)Si la mezcla de mortero de cal es la adecuada y en consecuencia el núcleo del muro es sólido, es suficiente para rigidizar el mismo hasta el punto de que los acabados de piedra vista sean meramente decorativos. La demostración de esta idea son los edificios en que se han expoliado sus sillares para reutilizarlos ("la mejor cantera disponible es un edificio abandonado"). Permanecen en pie gracias a la rigidez del núcleo de sus muros. 


MADEROS DURMIENTES EN EL MURO PARA IMPEDIR ALABEOSEn ocasiones, en el espesor del muro se dejaban maderos emparedados a modo de "durmientes" esperando que aumentaran la estabilidad del mismo y evitasen alabeos. El riesgo es que si la madera no era de suficiente calidad, al descomponerse lo que originaba era la debilidad de la obra.
Un ejemplo de esto lo he encontrado en los restos de amurallamiento del castillo de Marcuello en Huesca.

Además de los acabados exteriores a base de sillarejos y sillares, también se utilizan mampuestos y ladrillo en sustitución de la piedra trabajada. Y en fases avanzadas de la época medieval, se llega a prescindir de las capas exteriores del muro, encofrando con planchas de madera sujetas por vástagos que dejan unos orificios regularmente distribuidos por la obra.


MURO DE LA FORTIFICACIÓN DE MONREAL DE ARIZA (ZARAGOZA) El muro románico es de gran espesor. Mas de un metro en los pequeños templos rurales que estamos acostumbrados a ver. En el constructor de esa época primaba la estabilidad de la obra sobre cualquier otra circunstancia. Y creaba muros de gran potencia, con escasos vanos por miedo a debilitarlos. Asía la luz al interior es escasa y crea ese efecto que estimamos consustancial al románico y que no es sino temor del operario a debilitar el muro.

Si la obra no se pensaba cerrar con una bóveda de piedra, el muro podía ser de menor espesor. Más si había de soportar los notables empujes de las cubiertas, todo era poco: amplio grosor, escasas ventanas, contrafuertes y la puerta al hastial de poniente, muro que no soporta empuje de la bóveda.
En las obras de notable altura, como las torres militares, a medida que ascendían rebajaban el espesor del muro. En parte para disminuir el peso total de la fábrica, y en parte para así con los retranqueos tener un punto de apoyo de las soleras de las distintas plantas.

Y en las torres-campanario, se aplica la misma idea, con el resultado de aumentar el numero y amplitud de vanos a medida que se gana altura. Arriba las cargas son escasas y abrir amplios vanos aligera la carga total que ha de soportal la base. El resultado es estéticamente bello.


TORRE LOMBARDA DE SAN CLEMENTE DE TAHULL (LERIDA)
El arquetipo del muro románico, a tenor de lo visto, es el muro pesado, recio y con pocas aberturas por miedo a debilitarlo. Ese es el esquema inicial, que condiciona el aspecto interior. El crecimiento en altura de los templos se ve condicionado por la pesadez del muro, incapaz de soportar su propio empuje. Y además habrá de recibir las cargas de las bóvedas.
El gran avance en este campo surge cuando -como en tantas otras disciplinas de la vida- se experimenta con formas aparentemente contradictorias. Algún maestro constructor se debió de dar cuenta de que la clave estaba no es hacer muros más recios y por tanto más pesados, sino en articularlos de manera que con menos peso, fueran capaces de transmitir los empujes de las bóvedas y el suyo propio.
Quizá la clave fuera entender el funcionamiento de las bóvedas de arista. En ellas, las cargas se transmiten por los pilares de las esquinas, pudiendo calar los cuatro muros, que resultan innecesarios desde el punto de vista de transmisión de empujes.

ESQUEMA DE TRANSMISIÓN DE EMPUJES POR LOS MUROS. (Modificado de Könemann)La consecuencia es clara en lo evolutivo: para poder elevar el muro hay que articularlo y aligerarlo. Surgen así los grandes arcos formeros de comunicación entre nave central y laterales, apeando el muro de separación solo en pilares muy separados. Y por encima, una nueva articulación del muro: el triforio, a modo de teoría de pequeños arcos formeros consecutivos. Y aun más alto, el claristorio: de nuevo una colección de vanos por los que penetra la luz. Y todos ellos transmiten con eficacia el peso de la bóveda de piedra hacia abajo. Lo que hubiera sido impensable con un muro continuo de un metro de espesor. No hubiera podido ni con su propio empuje.


MURO ARTICULADO (SANT SERNIN DE TOULOUSE. FRANCIA) 
Y si de lo meramente formal, damos el salto a lo ideológico, estamos ya viendo a través de la elevación de las naves con sus muros articulados plenos de vanos que dejan filtrar luz el nuevo estilo que imparable acude al relevo: el gótico.








En la época románica, la piedra recibe diferente tratamiento según las épocas y dependiendo de su acabado, precisará mayor o menor cantidad de argamasa para regularizar las superficies que han de recibir cargas.
Una forma arcaica de colocar los sillarejos e incluso los mampuestos alargados sin que sea precisa una gran labor de regularización de sus caras, es la denominada en "espina de pescado". Puede verse el ejemplo sobre estas líneas. Sobre una hilada más o menos recta de sillarejos, se colocan elementos inclinados, apoyando unos contra otros, y en sentido opuesto en la hilada superior.
TORRE DE LA REINA. LOARRE (HUESCA)TORRE DEL HOMENAJE DE LOARRE (HUESCA)
Cuando el sillarejo ha recibido un tratamiento a maza, que lo ha regularizado, lo hallamos formando muros en hiladas más o menos regulares y por lo general con abundancia de mortero cuya finalidad es igualar sus irregulares superficies en orden a una igual distribución de cargas. Sobre estas líneas dos imágenes de los muros lombardos de Loarre. Podemos ver otra característica, que es la colocación de sillarejos a lo largo, o de punta (esto es "a soga" o "a tizón"), sistema que ayuda a "atar el lienzo exterior al núcleo del muro.

SAN PEDRO DE LÁRREDE (HUESCA)También vemos "mechinales", que son los huecos dejados en el muro y que por lo general son edificativos: allí se colocaban los maderos de sustento del andamiaje mientras se construía. Otras veces son el anclaje de los cadalsos o vanos de acceso al edificio.
En ocasiones cuando el sillarejo ha sido bien elaborado y por su situación no ha de soportar grandes cargas, lo podemos encontrar prácticamente colocado "a hueso". Así ocurre en la zona alta de la torre de San Pedro de Lárrede en Huesca (sobre estas líneas).
SAN PEDRO DE LOARRE (HUESCA)SANTIAGO DE AGÜERO (ZARAGOZA)
Pero lo que más vamos a ver en el románico pleno, son los muros elaborados con sillares bien escuadrados y ajustados. Las técnicas de cantería evolucionadas permiten la obtención de abundante material en las logias con un acabado de buena factura.
De este modo, precisarán muy poca argamasa para lograr su asiento, como vemos en las imágenes superiores correspondientes a Loarre y a Agüero.


DETALLE CENITAL DEL MURO NORTE EN Nª Sª DE TRUJILLO -CASTIELLO DE JACA- (HUESCA) Ya en esta época aparecen de forma abundante las marcas de cantero en los sillares, como medio de "contabilidad" de la labor realizada a efectos de cobro de salario.
Un hecho importante en las labores realizadas con sillares es el trabajo de las caras no vistas de los mismos. Nosotros vemos la cara exterior, que puede ser perfecta. Pero el sillar tiene cinco caras más. Si el muro no ha de recibir mucha carga, pueden estar apenas desbastadas y ser irregulares. La argamasa suplirá.

MONREAL DE ARIZA (ZARAGOZA) 

Sobre estas líneas, muestro una imagen tomada desde lo alto de uno de los muros en degradación de la iglesia de Nuestra Señora de Trujillo en Castiello de Jaca (Huesca). He pintado en amarillo el perfil de los sillarejos y señalado con flechas rojas la parte vista de los mismos, al interior del templo. Solo esa cara es regular. El resto, ya se ve que no. El aspecto desde el interior de la nave puede ser impecable; pero el muro no será capaz de soportar sino una cubierta de ligera madera. Y a juzgar por su estado, ni aun eso.
En las ocasiones en que el lienzo de sillares ha de ser elemento de transmisión de grandes empujes, sus caras de contacto han de ser muy regulares. Y si forman parte de un arco han de poseer una estereotomía cuidada para lograr su asiento. Solo de esta forma se aprovechará la propiedad de la piedra de trabajar "a compresión". 

ÁBSIDE DE SAHAGÚN (LEÓN)La edificación del muro también puede hacerse con mampostería. esto es, con elementos de piedra sin regularizar. Entonces la cantidad de argamasa habrá de ser mucho mayor, para regularizar los grandes espacios entre los irregulares elementos. Es el caso del ábside de la iglesia de Monreal de Ariza en Zaragoza.
En estos casos los sillares bien escuadrados solo se utilizan en los elementos "sensibles" de la obra; como los cantos de los muros, sus encuentros o los vanos. Este sistema abarata costes y el resultado es similar, si tenemos en cuenta el hecho de que tras el acabado, el muro se enfoscaba. Hoy prima la estética de la piedra vista; pero esto no era así cuando estos edificios estaban "vivos".
Y por último el muro de ladrillo, común en las zonas donde no hay disponibilidad de buenas canteras o en las de influencia de la cultura islámica que prioriza este material. El "románico de ladrillo" no es pariente pobre del elaborado con sillares. Antes bien, requiere de una industria paralela para la elaboración de ladrillos de formas y medidas correctas. 

CONTRAFUERTE

Un contrafuerte, también llamado estribo, es un engrosamiento puntual de un muro, normalmente hacia el exterior, usado para transmitir las cargas transversales a la cimentación.
Los contrafuertes, que permiten al muro resistir empujes laterales, se conocen desde tiempos inmemoriales, han sido profusamente usados en todo tipo de construcciones, siendo elementos característicos del arte románico y gótico.
El origen de los contrafuertes se debe a la necesidad de soportar la componente horizontal de la carga que origina una bóveda o a veces una cubierta a dos aguas. Estas estructuras de cubierta, además de su carga vertical (su peso por gravedad), tienden a "abrirse", y empujar transveralmente al muro que la sustenta. Por ese motivo, dicho muro debe reforzarse en esa misma dirección para no volcar.
En la arquitectura románica, los contrafuertes adoptan la forma de pilastras, adosadas exteriormente al muro, con ancho decreciente en altura. En la arquitectura gótica se producen varias innovacioneses que estilizan el contrafuerte: se sustituye el arco de medio punto por el arco apuntado, que al ser más vertical, ocasiona menos empujes transversales al muro. Por otra parte, el muro de cerramiento deja de tener funciones estructurales. las cargas de la cubierta se transmiten, mediante arbotantes, a contrafuertes que aparecen ahora como pilares exentos.
Estos contrafuertes exentos suelen presentar remates verticales denominados pináculos que cumplen una doble función decorativa y estructural, ya que el peso del propio pináculo ayuda al contrafuerte a aumentar la componente vertical de la carga, lo estabiliza.
La aparición del acero ha ido eliminando la necesidad de los contrafuertes, ya que es más barato "coser" la cubierta con cables o barras de acero para evitar que se abra.

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