sábado, 16 de enero de 2010

LA PINTURA ROMÁNICA


Se llama pintura románica en conjunto a la desarrollada en Occidente desde la invasión de los bárbaros hasta mediados del siglo XIII en que empezó la así llamada gótica. Pueden distinguirse en ella varios estilos a semejanza de la arquitectura, destacando los siguientes:






  • el de imitación bizantina, que en Italia se llamó italo-bizantino
  • el carolingio, principalmente desarrollado en Francia
  • el visigodo y mozárabe en España
  • el románico propiamente dicho, que les sigue
  • el irlandés y sus afines del Norte, es un estilo separado de los anteriores pero que influye en todos
El estilo de imitación bizantina y el románico (éste únicamente en los siglos XI, XII y primera mitad del XIII) se manifiestan en cuadros murales, miniaturas y mosaicos. Pero los estilos restantes son propios de miniaturas o iluminaciones de códices ya que han desaparecido las demás obras de los mismos. A continuación se describen dichos estilos.

Estilo románico 


El estilo románico propiamente dicho conserva alguna tradición romana aunque muy degenerada y participa más o menos de las influencias bizantinas y de las septentrionales. Sin embargo, no refleja una intención decidida de imitar o copiar los modelos de Constantinopla en lo cual se diferencia del estilo italo-bizantino. Se manifiesta principalmente en la decoración de muros interiores de iglesias, en pinturas de frontales de altar, en miniaturas o iluminaciones de códices, alguna vez en mosaicos de pavimentos, esmaltes para decoraciones del mobiliario y en algunas vidrieras de colores que empiezan a usarse en su época desde finales del siglo X.
Se caracteriza la pintura románica por el escaso estudio de la naturaleza que revelan sus figuras, por la seriedad y uniformidad de los rostros en la forma humana, por la simétrica plegadura de los paños, por las violentas actitudes que se dan a los personajes al representar una escena y el rígido hieratismo cuando las figuras no han de expresar acciones, por sus contornos demasiado firmes o acentuados y, en fin, por la falta de perspectiva que ofrece la composición en conjunto.
Los procedimientos generalmente seguidos fueron el temple y el fresco para cuadros y decoraciones murales, el temple y la aguada en la pintura sobre tabla y la aguada o acuarela (en éstas y en las tablas con aplicaciones de oro) para las iluminaciones de códices. En la pintura sobre tabla era bastante común el recubrir la superficie con un lienzo pegado a la misma sobre el cual se aplicaban algunas manos de fina escayola y se trazaban en ésta para fondo del cuadro ciertos surcos o rayitas e incluso dibujos en relieve y luego se pintaban las figuras que en muchos puntos aparecen también con resalto.

Vidrieras de colores 


En cuanto a las vidrieras de colores, debe notarse que, si bien ya estuvieron en uso con anterioridad a esta época según consta por testimonio de antiguos autores, no parece que hubiera en ellas figura alguna hasta el siglo XI (salvo un solo ejemplo que se refiere como existente a finales del siglo X en Francia) ni aun debieron usarse vidrieras de piezas a modo de mosaicos hasta la época de Carlomagno sino sólo de láminas sencillas coloreadas o incoloras. Pero desde el siglo XI se comienza la fabricación de vidrieras con figuras pintadas, la cual llegó a su completo desarrollo como procedimiento industrial de pintura a mediados del siglo XVI.
En las épocas románica y gótica se armaba la vidriera con muchísimas piezas de vidrio de color unidas de tal modo que todas en conjunto formaran las figuras que previamente se delineaban en algún cartón o modelo. Mas los perfiles y las sombras de las figuras se pintaban con esmalte de color gris, pardo u oscuro aplicado a la superficie de cada pieza o fragmento y que se fijaba por la fusión al calor del horno. La vidriera, en todo caso, se arma protege con un bastidor de hierro al colocarla en la ventana y esta armadura suele marcar las grandes o principales divisiones de la composición de la vidriera.

Pinturas murales 


No abundan en verdad las pinturas murales románicas que, salvando las vicisitudes de los tiempos han llegado íntegras hasta nosotros. Pero los numerosos restos que se han ido descubriendo en nuestra época revelan haber sido muy común la pintura para decoraciones murales en las iglesias románicas. De fuera de España, se citan como importantes obras de los siglos XI, XII y principios del XIII, además de las pinturas italianas arriba indicadas las siguientes:
  • los frescos de la Catedral de Nuestra Señora de la Anunciación de Le Puy-en-Velay (Francia)
  • los frescos de la cripta de la catedral de Auxerre
  • los frescos de la iglesia de Montmorillón
  • los de la iglesia de Saint-Savin. En ésta, se halla entre otras figuras apocalípticas, la primera representación conocida del juicio universal que parece remontarse a finales del siglo XI.
Por lo que respecta a vidrieras de colores e historiadas, no se conservan con certeza restos anteriores a la mitad del siglo XII pero de mediados de este siglo datan las célebres vidrieras de forma circular que atesora la iglesia de San Dionisio en París, activo centro que fue de tales obras en el mencionado siglo y asimismo las del ábside de la catedral de Bourges, las del coro de la de Lyon y otras en las catedrales de Chartres, Mans y Varenes.

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